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Yo me decía: “Me respetarás,
admitirás la corrección
y no volveré a destruir tu morada
cuando venga a tomar cuentas”.
Pero ellos se han apresurado
a obrar perversamente.
Así pues, esperad el día
—oráculo del Señor—
en que me ponga en pie para acusaros,
pues he decidido reunir a las naciones
y congregar en uno a todos los reinos
para descargar sobre ellos mi enojo
y todo el furor de mi ira,
hasta que mi ardiente celo
devore totalmente la tierra.

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Devolveré entonces a los pueblos
unos labios enteramente puros
para que invoquen el nombre del Señor
y le rindan culto todos a una.

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